Reflexión sobre Nietzsche y la crítica al cristianismo.

Reflexión sobre Nietzsche y la crítica al cristianismo.

Reflexión sobre Nietzsche y la crítica al cristianismo.

Se ha escrito un crimen…

Cuando Nietzsche afirma en boca de Zaratustra que:

¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto![1]

Nos emplaza ante un crimen, y nos indica cual dedo delator a su asesino ejecutor de un crimen superior al regicidio, el hombre, que en sus propias palabras “es algo que debe ser superado[2] porque el profeta Zaratustra nos muestra al superhombre, aquél que trasciende la propia creación humana, ya que, para el Nietzsche, el hombre no deja de ser “una irrisión o una vergüenza dolorosa[3].

Es peculiar que se impute a Nietzsche sobre semejante delito, cuando él únicamente ansía enseñar a los hombres el sentido de su ser, abrir los ojos del mortal humano para encaminarle hacia donde encontrar esa luz que le metamorfoseará en el Übermensch[4]. Ahora bien, que su voluntad fuese lícita no le excluye también de ser parte de ese brazo ejecutor, en cuyo caso nos planteamos ¿Es Nietzsche culpable de dicho crimen?, pues como afirma Wenceslao Galán, “Con Nietzsche no caben seguidores, no hay doctrina que transmitir ni contenidos que representarse[5], por lo que podemos entender que cualquier acción del universo nietzscheano es individual y eso lo vemos en la propia obra de Nietzsche, donde nos muestra sus miedos y su incomprensión.

En su defensa debemos apelar a sus orígenes, una persona extremadamente exánime de salud, que con sólo 5 años pierde a su padre (Carl Ludwig Nietzsche, pastor luterano) y a su hermano, en cuyo intento de seguir sus pasos le lleva a estudiar teología, carrera que abandona por los estudios de filosofía clásica, influencia que notaremos más adelante, pero dañado física y mentalmente hasta el punto de considerársele con cierto alto grado de invalidez con tan sólo 30 años. Cabe mencionar su historial de afecciones según la revista médica Scielo[6], cuyos antecedentes familiares ya sellan su trayectoria mental, pues 2 tías maternas fueron ingresadas en psiquiátricos, donde una de ellas culminó su etapa con un suicidio. Así que no es de extrañar que Nietzsche se alentase con la filosofía pesimista de Schopenhauer, filósofo que negaba la inmoralidad del suicidio, lo que lleva a Nietzsche a reivindicar el suicidio como suprema libertad[7], con afirmaciones como que “lo mejor es no haber nacido y si has nacido, lo mejor es morir pronto[8].

No acaban aquí sus orígenes, ya que estamos obligados también a contextualizar la propia existencia de dicho filósofo, en una reciente y tardía nación que unificó varios estados como Prusia, Baviera y Sajonia entre otros, para constituir la “joven” Alemania surgida de la unión de 39 estados entre los que destacan Prusia y Austria, donde la burguesía subyugaba la economía del estado y las nuevas formas de poder en una convulsa tierra nacida de guerras dispares, por lo que Nietzsche se carearía también de manera ideológica con dicha burguesía.

Pero ¿por qué atacar los valores de la religión? Nietzsche llamaba a los representantes de la iglesia católica “predicadores de la muerte[9], y vistos los orígenes de su propia existencia, detectamos una liza o disputa del filósofo contra la falsedad de una moralidad occidental inculcada a golpes por la religión cristiana, por ello decía que su filosofía era una filosofía realizada a martillazos[10], porque su pretensión no es otra que romper con viejas moralidades y adoctrinarnos con nuevas formas de moral, porque no es baladí cuando afirma la muerte de Dios, sino que pretende que cada hombre encuentre su propio Dios en su fuero interno, y para ello debe convertir a los hombres en superhombres, pero como concepto de hombres de fuerza e independencia tanto a nivel mental como física y espiritualmente.

Si miramos el cristianismo con retrospectividad, observaremos que dicha religión profesa que las cosas de este mundo no tienen valor comparado con todo aquello que vendrá en el paraíso celestial, con lo cual, no es de extrañar que Nietzsche nos invite a trascender lo terrenal y centrarnos en lo venidero, algo a lo que “el loco de Turín” (como se le apodaba a Nietzsche) no estaba dispuesto, pues abandonar lo terrenal, lo único conocido por el hombre, nos hace débil.

Es por ello, que Nietzsche nos plantea un nuevo profeta, Zaratustra, lo que puede parecer paradójico, permutar a Jesucristo por Zaratustra, un nuevo profeta que juega con el lenguaje para transmitir enseñanzas subliminales, debemos recordar que el nombre de Zaratustra viene del profeta Zoroastro, aquél que fundó una religión basada en la lucha entre el bien y el mal, pero como Zaratustra es un superhombre, Nietzsche lo sitúa más allá del bien y del mal, más allá de la moralidad occidental.

La manera como dicho filósofo escribe sus obras, nos puede llevar a dudar y hesitar de su propia filosofía, pues lo emprende de forma novelada, pero pienso que es el propio autor el que duda hasta de sí mismo, por ello los interrogantes de sus obras se plantean en la narrativa, donde observamos un Nietzsche que al igual que su pensamiento, “ser es devenir[11], va in crescendo, un autor que se acrecienta y cambia, sirvan como ejemplo cuando el eremita se encuentra con el profeta y le dice lo inútil de transmitir su mensaje de iluminación a los hombres[12], o con la “parábola del loco” que proclama la muerte de Dios. También muestra sus dudas en la “parábola del funambulista”, cuando el pueblo está observando al funambulista y Zaratustra se dirige al pueblo provocando las risas de los asistentes, cual metáfora de llegar a ser interpretado como un “bufón filosófico”, donde parece preguntarse ¿Sirve de algo mostrar estas nuevas enseñanzas?

Es en el concepto donde fallamos, los conceptos de superhombre, o de Dios, son malinterpretados en la obra de Nietzsche, el Dios al que hace referencia el autor no es únicamente el Dios ante el que se arrodilla el creyente, es también el conjunto de valores que en sí mismo representa, los valores superiores que se nos ha inculcado. La aceptación del esclavo de ser esclavo, la de asumir que uno es monarca porque su Dios lo ha querido así, o de creernos nuestro lugar en el mundo por el mero hecho de la aceptación, nos hace endebles y exánimes según Nietzsche, limita nuestra propia vida, y por ello dicho autor quiere erradicar todas estas concepciones que niegan o empobrecen la vida y por ende la del propio hombre que pierde la fe en los valores superiores[13], de ahí que lo decisivo para superarlo sea la fuerza.

Fue Platón quien nos hizo diferenciar la dualidad de un mundo aparente (de los sentidos) y un mundo real (aquél que podemos llegar a conocer a través de nuestro intelecto), y a través de su alegoría de la caverna nos hace distinguir entre ambos, ya que lo que llegamos a conocer a través de los sentidos, no es real, porque los sentidos solo captan el mundo de las apariencias, cual matrix[14] actual, pero afirma Platón que hay un mundo ideal, un mundo perfecto que podemos conocer con el intelecto, y es aquí donde Nietzsche discrepa, hasta el punto de considerarse un “furioso antiplatonista[15] pues detecta que el cristianismo también se basa en esta dualidad con el ofrecimiento de un mundo celestial prometido a los creyentes hijos de Dios.

Lo que lleva a Nietzsche a plantearse ¿por qué el mundo real ha de ser inferior en valores y vida y para alcanzar el mundo celestial ha de ser por medio de la muerte? Claramente se degrada la vida en el mundo real, en lo presente, en favor de una vida prometida, es por lo que Nietzsche toma la tutela de la preocupación por el sufrimiento de la existencia desde que publicó su obra “Humano, demasiado humano”, obra que, hasta su coetáneo y amigo inicial o enemigo final, R. Wagner lo llega a calificar de demente.

Quiero apelar aquí al término “demente”, ya que a finales del s. XIX, donde situamos el desarrollo de la filosofía nietzscheana, otros autores como Lewis Carroll[16] aluden también a dicho término en obras como “Matemáticas demente” (1891), lo que tal vez nos pueda plantear que poco antes del desarrollo freudiano de su teoría del psicoanálisis, el mundo occidental vivía convulso en una sociedad dañada por la “demencia” como vocablo en boga, tal vez usado con demasiada libertad, dicho esto último desde la subjetividad.

En conclusión, no es Nietzsche el responsable de la muerte de Dios, el hecho de proclamarlo era para advertir de un cambio que ya se había producido, pero que nadie quería admitir, sobra con observar la filosofía de su predecesor Immanuel Kant, que sin duda influyó enormemente en la de Nietzsche, preocupado por los límites del intelecto que dota de conocimiento, ese conocimiento que nos acercará al mundo verdadero platónico, por lo que concluye en su “Crítica a la razón pura” que quizá nosotros no conozcamos nunca la realidad en sí, la cosa en sí (noúmeno), lo que lleva a Nietzsche a plantearse la mayor: Si no podemos llegar a conocer el mundo auténtico como tal, ¿no es inútil siquiera planteárselo?.

Si Dios ha muerto, quizá fuera Nietzsche quien encontró el cadáver, pero sin lugar a duda, son las huellas dactilares de Immanuel Kant las que aparecen en el arma del crimen[17]

Probablemente todo haya sido una “tirada de dados”[18], un cúmulo de causalidades en la vida y en el devenir de Nietzsche, pero si existe Dios, habremos de aceptar por válida la obra de Einstein, “Dios no juega a los dados[19], y si no existe, tendremos que ser soldados en la batalla de Apolo y Dionisos sobre el que tienen lugar el mundo y la vida, porque sin duda alguna, “ser es devenir”, en cualquier caso, hemos de eximir a Nietzsche de dicho crimen y asumir nuestras responsabilidades como actores de este escenario.

Esteban Rubio Cobo



[1] NIETZSCHE, Friedrich. Así habló Zaratustra. Versión online. p. 6

[2] NIETZSCHE, Friedrich. Así habló Zaratustra. Versión online. p. 8

[3] NIETZSCHE, Friedrich. Así habló Zaratustra. Versión online. p. 8

[4] Übermensch, traducido directamente del alemán como “superhombre”, término que podemos malinterpretar, ya que Nietzsche expresa dicho término para definir al hombre “que ha alcanzado un estado de madurez espiritual y moral superior al que considera el del hombre común” (Véase https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%9Cbermensch)

[5] GALAN SANCHEZ, Wenceslao. Los límites de la racionalidad ilustrada, Marx, Nietzsche, Freud. UOC. 2020. p. 52

[6] Véase https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872007001000019 Revista médica de Chile. v.135 n.10 Santiago oct. 2007.

[8] NIETZSCHE, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. 1er. Libro.

[9] El libro de la filosofía. Ed. Akal. 2011. Diversos autores y colaboradores. p. 220.

[10] SAVATER, Fernando. La aventura del pensamiento. Ed. Sudamericana.

[11] PLA VARGAS, Luis. Crítica versus resentimiento en Nietzsche.: el pensamiento como síntoma o grafía del devenir. Dialnet. A Parte Rei: revista de filosofía, ISSN 1137-8204, ISSN-e 2172-9069, Nº. 22, 2002

[12] Inicios de la obra “Así habló Zaratustra

[13] Opinión ésta nietzscheana que sale de su obra “Crepúsculo de los ídolos”.

[14]Matrix, vale decir, un mundo regido por leyes y principios concebidos por una especie de gran arquitecto inteligente” KAKU, Michio. Evidencias de la existencia de Dios. 24/04/2015

[15] FEINMANN, José Pablo. Aquí y ahora. La filosofía de Nietzsche. Min. 4:52.

[16] Lewis Carroll, autor de “Alicia a través del espejo”. 1876. NOTA: El enlace no corresponde a la obra en sí misma, pero es un estudio detallado con actividades donde resalta el magistral matemático Martin Gardner y sus soluciones a los acertijos.

[17] El libro de la filosofía. Ed. Akal. 2011. Diversos autores y colaboradores. p. 220.

[18] Como afirma Wenceslao Galán en Los límites de la racionalidad ilustrada, Marx, Nietzsche, Freud. UOC. 2020. p. 58.