Análisis crítico de la película “Furia” de Fritz Lang, su relevancia dentro de la historia, breve introducción y elementos discursivos (su significación con relación al contexto cultural y social), su relación con el sistema de estudios (sistema productivo), estrellas y género, relación con las aportaciones estéticas, modelo narrativo y las aportaciones del director, relación con la incorporación del sonido.
Sobre cine clásico de EE.UU.
FURIA
(Fritz Lang, 1936)
Los dispositivos o artefactos cinematográficos están conformados por diferentes aspectos, tales como un dispositivo representacional (narrativo), tecnológico, socioeconómico y estético-artístico.
A partir de 1932, el audio estaba generalizado en la producción cinematográfica gracias a los avances tecnológicos, el problema de la industria cinematográfica que venía del cine mudo era que los actores tenían que ajustar su dicción y declamación a los nuevos medios de grabación para adaptarse a los mandatos del sonoro, lo cual fue conflictivo y los colocaba en un brete, ya que muchos no lo consiguieron, por lo que se recurrió a los actores del teatro y el musical, entrando en escena el actor escogido para este análisis, Spencer Tracy, que era estrella destacada en los estudios de la Metro Goldwyn Mayer, antigua Loew’s[1].
EE.UU. había sido parte activa en la primera guerra mundial (1914-1919) y el país se encontraba convulso en una política de postguerra restringente que intimidaba al cine con la censura, por lo que en 1930 se implantó y consignó el código Hays a modo de protocolo de conducta “ética”, que estableció en 1934 la administración del código de producción, de este modo la industria cinematográfica seguía manteniendo el empuje del poder económico, aunque auto reprobándose.
Es en este contexto donde aparece Fritz Lang en EE.UU., un director alemán que conjuntaba diferentes corrientes de pensamiento en sus obras como “Metrópolis” (1926), una cinta que mezclaba elementos neogóticos, art decó, futurismo, expresionismo y formas de Bauhaus.
Fritz Lang siempre estuvo preocupado por los compromisos y dificultades sociales, en palabras de Palmira González “(Lang) se sirve de la tecnología y la ciencia para difundir el odio entre las clases sociales”[2], probablemente por ser uno de los directores que mejor entendió que “Todo film puede ser considerado como un producto social”[3] jugando la semiótica cinematográfica como un dispositivo ideológico.
La notoriedad de la obra “Furia” de F. Lang, reside no únicamente en el contenido ideológico que transmite, sino que al igual que hiciera Griffit con “El nacimiento de una nación”, aunque desde otra perspectiva radicalmente opuesta, es por saber conjugar las corrientes ideológicas que imperan, en el entorno de los espectadores, vinculadas a su propio contexto sociohistórico.
Alega Monterde que “El cine más que generar ideología la reafirma”[4], es por ello por lo que Lang no hace, sino que constatar su propia diégesis[5], unos hechos que sitúan al espectador como parte esencial del espectáculo cinematográfico.
Esta manera de hacer cine es la que Eric Rentschler[6] reseña en Lang, como el director que toma el drama del fascismo alemán y lo sitúa en Estados Unidos, y con ello Lang no innova, sino que hace lo que bien hacía en otras obras como “M, el vampiro de Düsseldorf” (1931), en la que se aprecian los paralelismos con “Furia”, que no es otra cosa que una crítica social y política que bien podría ser extrapolada a nuestros días donde las Fake News de redes sociales forman parte de nuestro día a día.
Fritz Lang es uno más de los expatriados en Hollywood venido de la Alemania fascista, donde convergen Bertolt Bretch o Thomas Mann entre otros, todos ellos preocupados por los problemas sociales y políticos de su época.
Acerca de “Furia”
Dirigida por Fritz Lang
Interpretada por:
Producida por Joseph Leo Mankiewicz
Distribuida y producida por Metro Goldwyn Mayer
Argumento:
Joe Wilson (Spencer Tracy) es un hombre corriente de la sociedad norteamericana que en la época de la depresión intenta casarse tras montar un pequeño negocio con sus 2 hermanos, pero al ir de camino a reunirse con su novia para formalizar los trámites, es arrestado como sospechoso del secuestro de una niña, por lo que se le encarcela hasta la vista judicial, pero el destino hace que el “boca a boca” de la localidad le acabe sentenciando por una sociedad exaltada y enaltecida que acaba provocando un incendio a la prisión donde Wilson estaba encerrado. El fuego destruye la prisión, pero el protagonista logra evadirse, aunque es dado por muerto, lo que aprovecha Wilson para enjuiciar desde la sombra y a través de sus hermanos, a 22 ciudadanos agitadores a los que desea ver muertos por el linchamiento realizado.
Análisis
Fritz Lang es un director al que podríamos designar como persona discrepante con el sistema, y cuando afirmo “sistema” no me refiero únicamente al sistema judicial, social, cultural o político, sino que mi pretensión es la de englobar en este término el conjunto de valores que puede tener la sociedad en sí mismas.
Lang, prontamente observa el papel de crítica que puede asumir el cine, al igual que el papel de la tecnología como medio de comunicación, y lo utiliza sin trabas para testimoniar esa crítica al sistema, como si de un nuevo Charles Foster Kane (Ciudadano Kane[7]) se tratara, pues ambos utilizaban los medios de comunicación para sus objetivos personales. “…la dura crítica de Lang hacia el periodismo, los medios de comunicación…La visión de Lang sobre los mismos es manifiestamente negativa”[8].
De hecho, cuando se filma a la gente enfurecida a punto de incendiar la prisión y quemar vivo a Wilson, el diálogo del periodista y su preocupación es:
¡Oh, madre mía, madre mía, qué reportaje! Va a ser el bombazo de la temporada. Vaya, se acabó la película. Carga otra vez la película en hipersensible. Date prisa, Bill. Date prisa y dame el objetivo grande. (Mientras el público enloquecido derriba la puerta de la cárcel) (Furia. Min. 36:18)[9]
El visionario de Lang, explicita el abuso de poder y el despotismo de los medios de comunicación, lo que hoy nos hace inmunes ante la avalancha de denuncias sociales por haber abusado de las consabidas fake news de Facebook o twitter. Estas redes sociales no dejan de ser parodia del trasfondo de denuncia de la película, donde el director utiliza técnicas que hacen que “el espectador no pueda confiar en lo que está viendo”[10], utilizando ángulos de cámara que son del todo imposible[11], así desconcierta al espectador y lo individualiza, haciéndolo parte de la trama, pero alejándolo de la acción social del grupo de insurgentes y alborotadores. De este modo, el espectador confraterniza con Wilson, lo entiende, odia a sus conciudadanos y desea que la némesis del protagonista recaiga sobre la turba de gente[12].
La denuncia de Lang no es solo con la sociedad o con el sistema judicial, sino que juega con el espectador al que acusa de cierto “encarnizamiento”, y no deja de ser irónico que, en la época de realización del film, Lang cree una cinta de semejante denuncia en una producción hollywoodiense que va precisamente en contra de la línea definida por los estudios de producción americanos.
Podríamos decir que el ajusticiamiento al que se ve sometido Joe Wilson por su hipotético asesinato es un símil en la obra con el linchamiento de los negros afroamericanos, donde “incluso se llegaban a publicar notas en los periódicos anunciando y convocando a las masas a participar”[13], aquí Lang, en vez de redes sociales, utiliza el bar como punto social donde se gesta la trama principal.
A nivel técnico, no deja de sorprendernos que el protagonista hable directamente a la cámara, no es de nada habitual, y de hecho también va en contra de las directrices del cine hollywoodiense, pero la maestría de Lang es que, al conseguir la individualización del espectador para con la obra, el protagonista se dirige directamente a este espectador, creando sintonía y afinidad, aunque si bien dicha afinidad podemos visualizarla en dos partes.
En una primera parte, el espectador se sitúa del lado de Joe Wilson, lo que está pasando este ser humano, víctima de un linchamiento desenfrenado, es por apoyo al débil ante el fuerte, pero cuando el débil toma la fuerza suficiente y tiene todas las bazas necesarias para llevar a la muerte a los 22 ciudadanos acusados, es cuando el espectador sintoniza y empatiza con Sylvia Sidney, la novia del protagonista, que ajena a las acciones de Wilson, intenta hacer ver a su novio que la vindicta pública no es el camino correcto.
Es en estas reafirmaciones de Sidney por lo que Lang la presenta en planos cortos, remarcando sus facciones y transmitiendo su sentimiento también de manera directa al espectador. Lang nos deja entrever su empatía con la dialéctica de la Ilustración del que fuera filósofo, amigo y critico social en la Escuela de Frankfurt, Theodor Adorno, donde la perspectiva total de la obra de Lang tiene de fondo una intención totalitaria que subordina la realidad de lo que le está pasando al protagonista, lo que André Bazin diría sobre los factores estéticos e ideológicos, aquellos de “los que creen en la imagen” y aquellos de “los que creen en la realidad”[14].
El director nos coloca ante una divergencia entre realidad y ficción, estrechamente unidas por un sentimiento, una necesidad de colocar al espectador en el lugar del protagonista, alejándose de aquello que criticaba Roland Barthes y T. Adorno en cuanto a historias populares que adormecen al público, y Lang lo consigue porque no cuenta una simple historia, efectivamente, su película “Furia” no es de un único género, de hecho, engloba varios géneros, desde el ideológico, el social, el político, e incluso el romántico con final feliz, aunque no por ello predecible, alejándose también de pertenecer a una “naturaleza repetitiva y acumulativa de las películas de género las hace, así mismo, predecibles en gran medida”[15], porque efectivamente, la naturaleza repetitiva del género resta importancia al desenlace, cosa que no ocurre en el film de “Furia”, y no debe de extrañarnos este romanticismo del filme, porque el romanticismo está estrechamente ligado a la idea del inconsciente con la que tanto le gusta jugar a Lang, “Los géneros equilibran a los espectadores con la máquina ideológica, tecnológica, significativa e ideológica del cine”[16].
Si bien el cine de Lang “siempre desarrolló los mismos temas, el mismo tipo de historia”[17], es en “Furia” donde se nota “cierta” evolución en el director, aunque sin dejar esa ambivalencia del protagonista colocado a ambos lados, lo que Gallagher diría “siempre mezclaban a Mabuse con Sigfrido, gángsteres con caballeros”[18], lo que queda claramente evidenciado en la narrativa de Wilson a lo largo de la película, empieza siendo caballero para dar paso a un maléfico y vengativo personaje, cuyo instinto criminal, vuelve a evolucionar por no haber dejado de ser nunca caballero. No debemos olvidar que Lang creció con el cine mudo, dando el salto al cine sonoro en una época donde estaba influenciado por la obra de Sigmund Freud y su psicoanálisis “De hecho, se percibe claramente que el nexo oculto que une a Hitchcock con Lang es Freud. Algunas citas de Lang son, literalmente, tratados de Psicoanálisis como hiciera Hitchcock con “Psicosis””[19], y eso se nota en “Furia”, especialmente en los aspectos estéticos de la obra, en los primeros planos, cortos y bien situados, en la atmósfera creada y en la misma diégesis de la película.
En el fondo de la película de Lang, lo que se pregunta es si todos los seres humanos somos iguales ante una determinada situación, por injusta que pueda ser, porque si la respuesta es afirmativa ¿dónde queda la maldad de los nazis en la guerra mundial?, y si la respuesta es negativa, ¿dónde queda la democracia como tal?
Para Gallagher, “En Lang, el destino no existe”[20], lo que sí que existe es la voluntad del protagonista que lucha contra su “injusto” destino, al igual que ya hiciera Lang en obras como “Metrópolis” (1926) o “Los contrabandistas de Moonfleet” (1955), lo vuelve a hacer de manera reiterativa con Joe Wilson, pero esta vez añade elementos de conjura que remueven la presencia del espectador como parte fundamental de la crítica, “Furia” se hace partícipe de las decisiones del espectador que no son otras que las del propio protagonista, escarmiento social para aquellos que incentivaron la némesis social de manera totalmente irracional, aunque dominada por los sentimientos.
Son precisamente estos sentimientos en el cine de Lang los que divierten al director que juega simultáneamente con la “masa social” de la película y con los espectadores, todos ellos prejuzgando o como poco, sembrando la semilla de la duda acerca de la inocencia del protagonista, porque en definitiva, quien juzga al individuo, es la sociedad, y no las leyes, pues estas han sido dictadas por el pueblo, y si prejuzgas, de nada sirven las leyes, esas mismas leyes a las que Wilson se ciñe en el fotograma de este mismo párrafo. (“Furia” min. 46:52).
En definitiva, “Furia” es una de esas películas que no deja indiferente a nadie, una obra maestra del cine que interactúa con el espectador “una incontenible ira, un exceso de implicación que hace al público saltar de su butaca”[21], contando con elementos vanguardistas de la época y con un personaje extraordinariamente sencillo, un héroe del pueblo, sin misterios, sin superpoderes. Es la misma idea que expuso Fritz Lang en la entrevista que le hizo Peter Bogdanovich:
“Y me explicó que en una película americana uno debía tener a Joe Doe[22] (un hombre del pueblo), como héroe. Y yo pensé, aquí hay una especie de signo de una democracia. En Alemania, bajo la influencia del poder militar y de la de Nietzsche, el héroe es siempre un superhombre”[23]
Tal vez por eso conecta tan bien con el espectador, porque es el perfecto oxímoron al contar un relato desde la “imaginación de una realidad posible”. Sublime.
Esteban Rubio Cobo
[1] Según GOMERY Douglas. Los grandes estudios de Hollywood. 1996.
[2] GONZÁLEZ LÓPEZ, Palmira. La época del cine mudo y clásico. (1895-1930) Módulo 2. Apart. 2.3.5. UOC. 2021.
[3] ENRIQUE MONTERDE, José. El cine entre el totalitarismo y la democracia. Cine, ideología y política.
[4] ENRIQUE MONTERDE, José. El cine entre el totalitarismo y la democracia. Cine, ideología y política. Historia General del Cine. Vol. VII. Europa y Asia. (1929-1945). Ed. Cátedra. Madrid. 1997.
[5] Desarrollo narrativo de los hechos.
[6] RENTSCHLER, Eric. Professor of germanic languages and literature at Harvard University. https://www.youtube.com/watch?v=tKDFJXpiJRk
[7] Ópera prima de Orson Welles, a pesar de ser posterior a la obra de Fritz Lang (1941).
[8] CORSINO CASTIELLO MUNUERA, Alvaro. Fundamentos psicoanalíticos en la filmografía sonora de Fritz Lang. Universidad de Murcia. Escuela Internacional de doctorado. 2018.
[9] N. del A.: Parte de este diálogo es también reproducido en la tesis doctoral de CORSINO para demostrar la preocupación y el desarrollo psíquico de la película en el espectador.
[10] RENTSCHLER, Eric. Professor of germanic languages and literature at Harvard University. https://www.youtube.com/watch?v=tKDFJXpiJRk
[11] Entre ellos destaca RENTSCHLER el ángulo de cámara del balcón en la escena de la película.
[12] N. del A.: Concepto sociológico usado para designar a un conjunto de personas que de manera desordenada generan caos.
[13] BERMUDEZ, Ángel. La brutal y casi olvidada “era de los linchamientos” de negros en Estados Unidos. BBC Mundo. 25 abril 2018. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-43745735
[14] ALTMAN, Rick. Los géneros cinematográficos. Ed. Paidós. Apart. 4.2 los factores estéticos e ideológicos. p. 45 (en DOC de la UOC).
[15] ALTMAN, Rick. Los géneros cinematográficos. Ed. Paidós. Apart. 4.2 los factores estéticos e ideológicos. p. 48 (en DOC de la UOC).
[16] ANDREW, Dudley. Concepts in Film Theory. Oxford, New York: Oxford University Press, 1984. p. 111.
[17] GALLAGHER, Tag. (1996). Directores de Hollywood. En E. Riambau y C. Torreiro (coords.), Estados Unidos (1932-1955). Madrid: Cátedra (Colección Historia general del cine, vol. VIII). p. 360.
[18] GALLAGHER, Tag. (1996). Directores de Hollywood. En E. Riambau y C. Torreiro (coords.), Estados Unidos (1932-1955). Madrid: Cátedra (Colección Historia general del cine, vol. VIII). p. 360.
[19] CORSINO CASTIELLO MUNUERA, Alvaro. Fundamentos psicoanalíticos en la filmografía sonora de Fritz Lang. Universidad de Murcia. Escuela Internacional de doctorado. 2018.
[20] GALLAGHER, Tag. (1996). Directores de Hollywood. En E. Riambau y C. Torreiro (coords.), Estados Unidos (1932-1955). Madrid: Cátedra (Colección Historia general del cine, vol. VIII).
[21] SÁNCHEZ-BIOSCA, Vicente. Más allá de la duda. El cine de Fritz Lang. Universitat de València. Aula de cinema. Abismos de pasión. A propósito de Fury. p. 95.
[22] N. del A.: Acabó llamándose Joe Wilson en el guion definitivo de “Furia”.
[23] SÁNCHEZ-BIOSCA, Vicente. Más allá de la duda. El cine de Fritz Lang. Universitat de València. Aula de cinema. Abismos de pasión. A propósito de Fury. p. 98.