Chomsky vs Foucault

Chomsky vs Foucault

¿Qué concepción de la naturaleza humana presenta cada autor? ¿Qué concepción del poder manejan M. Foucault y N. Chomsky? ¿Cuáles son las principales diferencias?

Chomsky vs Foucault

El debate televisivo entre Michel Foucault y Noam Chomsky, que por su insistencia y tenacidad bien podría calificarse de porfía, ofrecido por la televisión holandesa en el entorno de la Universidad de Amsterdam y encaminado por el filósofo Fons Elders, se estructura en base a dos argumentos, la de la naturaleza humana y la de la cuestión política.

Elders, no tan candoroso en su función de presentador y moderador, abre el interrogante de si nos enfrentamos a la cuestión primordial, acerca de si somos el producto de todo tipo de factores externos o si tenemos algo que podríamos llamar naturaleza humana común. A partir de este punto inicial se desarrolla un debate intenso entre ambos eruditos, menos antagónicos de lo que parecen.

Es más agnóstico un Foucault que desconfía de la idea de naturaleza humana como concepto o noción, ya que, para este pensador, estos conceptos difieren en su terminología interpretativa porque no tienen ni la misma función ni el mismo tipo de posible uso en un discurso científico, siempre sujeto a las transformaciones y nuevos conceptos, y para ello introduce de ejemplo el concepto de “vida”, puntualizando que no es un concepto científico, sino que es un indicador epistemológico.

Es por ello, que Foucault ve difícil que la noción de naturaleza humana sea un concepto científico.

No es así como lo interpreta Chomsky, pues para este filósofo, el hombre adquiere habilidades por la experiencia, y utiliza el lenguaje como herramienta vehicular de su diálogo para afianzar dicha posición, pues para Chomsky, es en el lenguaje “natural”, que asemeja al conocimiento instintivo, donde podemos entender lo que dice otro sujeto, y es este concepto un constituyente fundamental de la naturaleza humana, porque la importancia del lenguaje no radica solamente en el acto comunicativo, sino también en la interacción con otros sujetos y en la transmisión del pensamiento.

Estas posiciones iniciales las resume, al tiempo que las interroga, Elders, presentador y moderador, cuando recalca la diferencia entre ambos pensadores que tiene su origen en una “mera” diferencia de enfoque. Foucault se interesa por la ciencia de forma o función científica, y Chomsky se interesa por el hecho de que tengamos lenguaje, mientras que Foucault delimita el racionalismo, Chomsky lo combina con las nociones de libertad y “creatividad”. De este modo, Elders introduce un concepto clave del debate, la “creatividad”.

Es cierto que Chomsky luchó contra el conductismo lingüístico, atribuyéndolo a la creatividad del “sujeto hablante”, tal y como afirma Foucault, pero lo hace al no creer que funcionemos como meras pizarras en blanco que vamos atestando a través de la experiencia, por ello propuso una gramática universal[1], y por ello se le estimó contrario al conductismo lingüístico, pero al atribuirlo a la creatividad del sujeto, abre una nueva perspectiva que enlaza creatividad con libertad, partiendo de unas limitadas reglas que descubren un abanico de infinitas posibilidades de aplicación, mientras que Foucault se afianza en los determinismos históricos y psicológicos, aplicados también a la manera en la que vamos descubriendo nuevas ideas.

Evidentemente, ambos filósofos usan el concepto de “creatividad” desde ópticas diferentes, porque para Chomsky, el término de creatividad es un acto humano “normal” que forma parte de la naturaleza de la inteligencia humana, inteligencia sin grandes cambios, pero estructurada en nuestra mente y relacionada con la configuración de la realidad, en aspectos concretos, para permitirnos desarrollar una ciencia “inteligible”.

Esta ciencia “inteligible” que desarrollamos, tal vez no sea suficiente para entender la naturaleza del hombre o de la sociedad de la que forma parte, porque es posible que este concepto en sí mismo, podría estar fuera del alcance posible de la ciencia humana, lo atestigua un Chomsky que visualiza las implicaciones mutuas entre creatividad, normas y libertad, dando la apariencia de situarse en un confrontamiento directo con Foucault, el cual no cree que la creatividad sea una amalgama de orden y libertad, porque de lo que Foucault dialoga es directamente del conocimiento en sí mismo, pues este pensador aparenta ser más crítico con el pensamiento:

En resumen, la historia crítica del pensamiento no es ni una historia de las adquisiciones ni una historia de los ocultamientos de la verdad. Es la historia de la emergencia de los juegos de verdad[2].

En cuanto a la segunda parte del debate, donde Foucault se siente más holgado por tratar el tema de la política, materia más importante en la existencia del hombre, partiendo de su interpretación sobre la democracia, de la que afirma encontrarnos lejos, ya que lo que creemos que es nuestra democracia, en realidad es una dominación de clases de la sociedad que utilizan todas las instituciones para hacer efectiva esta dominación, desde las políticas a las educativas o sanitarias. Es en este punto donde se comprende mejor el pensamiento de Foucault, siempre que situemos el contexto de la entrevista datada en 1971 en la Francia, recién venida de las protestas de Mayo ’68, “El poder se asustó con la revolución que no prosperó pero que fue la protesta más influyente en las décadas posteriores[3].

Resulta singular que llegados a este punto, Foucault cite a Mao Tzé Dong para reforzar su argumentación, comete un desliz al ejemplarizar a Mao Tse-Tung, por el hecho de diferenciar la naturaleza humana burguesa de la proletaria, ya que Mao Zedong (nombre real) fue quien teorizó el marxismo-leninismo-maoísmo, pero también fue un genocida, y no un genocida normal, sino que probablemente fue el mayor de ellos al ser responsable del principal holocausto conocido por la historia al superar en número de víctimas a las del dominio nazi o de la revolución rusa, teniendo en cuenta que se le responsabiliza de más de 65 millones de víctimas bajo su mandato. “[Foucault] recae en la curiosa paradoja de citar a Mao Tzé Dong, quien diferenció (desvirtuando la teoría de Marx) una supuesta naturaleza humana burguesa de una proletaria[4].

Es en la concepción de “poder” donde ambos autores parecen tener mayor concordancia, Foucault afirmando que vivimos bajo una dictadura de clase, que impone la violencia incluso a través de instituciones públicas y sociales, pero reconociendo su incapacidad para definir un modelo social ideal, lo que no quita que promulgue la libertad de independencia entre estas instituciones y el poder político. La crítica y la acción (entendida como medio para la lucha) son esenciales cuando se trata de ir contra la justicia de clase, lo que sentencia con su famosa cita “Uno hace la guerra para ganar, no porque sea justa”.

A todo ello, el carismático Chomsky concuerda en cuanto a teoría y acción con Foucault, y ello desde su óptica anarcosindicalista que reclama una sociedad de libertad y de libre asociación, aunque para esto debamos reclamar el derecho a la desobediencia civil. Es en este caso donde una vez más deberíamos mirar el contexto en el que Chomsky nos habla, venido de lo que el mismo define como “la dominación de las fuerzas del mercado en una sociedad desigual” y de una guerra polémica como fue la de Vietnam (1955-1975) que quedó en evidencia por la mala praxis del gobierno norteamericano, dando lugar a los muchos movimientos pro derechos civiles, como el libertarismo o el pacifismo (1970), sin que por ello Chomsky se auto considere pacifista.

Es vanguardista y bastante interesante la óptica de Chomsky, poniendo en debate la idea de proletariado, y solicitando un “ajuste interpretativo nuevo” en dicha idea por los cambios sociales de la actualidad. Lo mismo le ocurre con su crítica al poder centralizado, aquel que reclama lucro únicamente por interés de un pequeño grupo que ejerce el poder sobre la mayoría.

Es paradójica la idea chomskiana de pensar que la tecnología puede liberarnos, vista desde nuestro contexto y mirando al pasado sin distorsionar su visión. Pero es Chomsky quien se arriesga al proponer la creación de nuevos modelos de sociedad con una distribución más equitativa del bienestar, en contra de la incapacidad de Foucault en su afirmación de “no soy capaz de definir para proponer un modelo social ideal para el funcionamiento de nuestra sociedad científica o tecnológica”, aunque prefiero atribuirlo a la modestia de Foucault.

Una vez analizado de forma crítica el pensamiento y el posicionamiento de cada uno de los entrevistados, sentenciaría el corolario final con la cita de Marina Garcés, “La filosofía es necesaria para pasar de la crítica a la revolución[5], porque en nuestra actual globalización hemos podido constatar que tanto Foucault como Chomsky estaban en lo correcto al reclamar la lucha y la acción, en aras de una mayor libertad y democratización social, frente a un capitalismo que lo primero que sentencia a la pena capital es la propia verdad[6].

Esteban Rubio Cobo



[1] NÚÑEZ LADEVÉZE, Luís. El problema chomskiano de la adquisición del lenguaje. Palabra-Clave, Págs. 88-122. Núm. 1. 1996. Dialnet. Pág, 118

[2] FOUCAULT, Michael. Por sí mismo. Dits et Écrits. Págs. 631-636. Gallimard. París. 1994.

[3] DUSSTER, David. El mayo del 68 en 10 claves. Diario La Vanguardia. 06/05/2018.

[4] ESTEBAN ILIVITZKY, Matías. La naturaleza humana: justicia versus poder. Un debate, Noam Chomsky/Michel Foucault. Dos mentes poderosas. Una conversación memorable. Universidad de Buenos Aires, Argentina. 2006.

[5] GARCÉS MASCAREÑAS, Marina. El problema de la transformación social. Apartado “Marxismo y filosofía: la perspectiva del s. XX”. UOC. Módulo 4. 2020.

[6] En la línea del pensamiento de Herbert MARCUSE, quien llegó a decir: “La primera víctima del capitalismo es la verdad. No es precisamente la guerra la que da lugar a la necesidad de la manipulación del lenguaje, sino el propio desarrollo del capitalismo que se ve obligado a la mentira y la manipulación del lenguaje combinando de esta forma el dominio de la materia con el dominio de la mente.”

DIAZ LABARCA, Jesús. HERBERT MARCUSE. La ascensión del totalitarismo en la sociedad postindustrial. Utopía y praxis latinoamericana. Universidad de Venezuela. Año 7, núm. 18. Septiembre 2002. Págs. 9-34.