Abriendo los ojos. Xavier Cugat.

Abriendo los ojos. Xavier Cugat.

Abriendo los ojos

Antecedentes.

Xavier Cugat (1900-1990) era músico y dibujante, algo polifacético y pertenecía más a la esfera de famosos de principios y mediados del s. XX, por lo que tenía de personaje que no por los movimientos culturales de la época, aunque su dominio de la música y del dibujo le hizo famoso en ambos campos.

Estudió violín y se dedicó al arte gráfico junto a su hermano, que ya había realizado la portada de “El gran Gatsby” (1925), aunque Cugat orientó su trabajo como caricaturista, bregando como tal para el diario Los Ángeles Times. Su obra, tras su fallecimiento, se encuentra en la Biblioteca de Catalunya, donde recibió de la Generalitat de Catalunya la Creu de Sant Jordi, la máxima condecoración otorgada por la entidad gubernamental.

El análisis.

Cuando contemplamos una imagen que reproduce una obra de arte como esta, generalmente nos abstraemos e intentamos ver las inherencias relacionales entre la obra y su historia[1].

Hay quien afirma que una imagen es un lenguaje, porque transmite, comunica, con una semiótica y simbología que provee de sentido al signo para asemejarlo a nuestra realidad, a nuestro modo de producción y a nuestra percepción, de hecho, el signo tiene que manifestar, tiene que evidenciar, en definitiva, tiene que comunicar, y el espectador tiene que analizar hasta lo que no es analizable, lo que Julia Kristeva[2], referente semiótico, definía como la “alteridad inexpresable”.

En la imagen que he seleccionado, Xavier Cugat dibuja a toda la esfera política de la época, Boyer (Ministro de economía), elevando una bolsa de dinero en clara referencia al dinero expropiado por Rumasa, debajo nos encontramos a Narcís Serra, primer ministro de defensa español que no había realizado el servicio militar, supuso una ruptura entre el cargo político y sus asignaciones en la historia política del país, Manuel Fraga, en aquél entonces presidente de Alianza Popular, lo que engendraría más tarde al Partido Popular, Jordi Pujol, Presidente de Catalunya, junto al Presidente del gobierno, Felipe González, y al fondo a la izquierda (bien situado ideológicamente) a Santiago Carrillo, Presidente del Partido Comunista Español con la hoz y el martillo marcado en la maleta, todos ellos alrededor de D. Juan Carlos de Borbón, Rey de España.

Afirma Ardèvol y Muntañola[3] que hemos de aprender a mirar y a valorar, porque nunca miramos el objeto por sí solo, ya que es la relación con este dibujo en concreto el que hace que mi mirada hacia él sea diferente del resto, porque tal y como miro, asocio lo aprendido y en su connotación lo interpreto de forma individual, porque mi mirada ha sido educada de acuerdo con mi entorno y práctica social y cultural.

¿Qué intenta decirme Xavier Cugat con este dibujo? ¿Qué es lo que yo entiendo cuando lo observo?, las respuestas pueden ser múltiples, ya que incluso pueden variar en base al momento, al instante en sí, es por lo que John Berger en sus documentales de “Ways of seeing” nos varía la respuesta, en base a mirar un cuadro cuando estamos en silencio y lo mucho que cambia cuando aplicamos al mismo momento una música, porque la imagen por sí sola dice una cosa, pero todo aquello que la rodea es también parte de su significado, en palabras del propio Berger “Su singularidad es parte de la singularidad del lugar único en el que está[4].

No es una novedad lo que constato, ya que va en línea de la filosofía de Bergson cuando sentencia que “hay que entender la realidad como aquello que se crea en cada experiencia e intuición individual del mundo, más que en la objetividad externa[5], o en la línea de la semiótica social de Voloshinov y Schapino[6] al plantear que los significados no son fijos, dando máxima prioridad al contexto.

Al comprar este dibujo, ignoraba que compraba también el aspecto de aquello que representa, de hecho, basé su valor en lo económico, en clara alusión a la idea de posesión, pero con el tiempo he tenido diversos momentos para poder observarlo, y en cada uno de ellos sigue sorprendiéndome su semiótica, su significado y su capacidad de asombrarme con cada detalle.

¿Qué es lo que veo yo en esa imagen? Veo una complicidad con el propio autor, ahora que han pasado 40 años de su creación veo mucho más, observo como el autor ya sabía aquello que yo ignoraba, por eso coloca a todo el elenco de políticos a la derecha del rey, en alusión a su ideología política, tanto socialistas como nacionalistas, y únicamente sitúa a D. Santiago Carrillo a su izquierda, donde el rey se centra en perspectiva con el ojo que lo observa, por encima de todos los personajes representados, aquellos que esperan obtener beneficio por el mero hecho de situarse al lado del máximo representante del poder, pero cuidado, el autor se autorretrata, efectivamente, Xavier Cugat subido a una paloma de la paz vuela por encima de la propia cabeza del rey dirigiéndose desde la derecha a la izquierda, tal vez un cambio de ideología política por parte del autor, y una crítica ácida a la incipiente delincuencia política, por eso Boyer muestra sin desparpajo el dinero de la expropiación de Rumasa, al dibujar una bolsa con el símbolo del dólar en su mano izquierda, un símbolo de los que Geertz atestigua: “los símbolos son las formas de la sociedad y la sustancia de la cultura[7], y un toque final con cierta incógnita, un personaje sin acabar de definir, únicamente un bigote y un tricornio, exactamente la figura no acabada, pero bien visible de Tejero, quien cometió un golpe de estado en la España de 1981, donde ya se había sembrado el germen de la corrupción política. ¿Descripción o interpretación? Evidentemente interpretación subjetiva.

Pero ¿por qué veo, o mejor, interpreto, todo eso en la mirada de esta imagen?, Ardèvol y Muntañola lo tienen claro, es porque “La fotografía nos habla de la propia imagen[8], una imagen que he ido construyendo por medio de mis propias vivencias, experiencia, sentimientos, cultura, etc, un continuum entre la imagen y yo mismo, es por mi propia relación con la imagen de la obra de Cugat como una prolongación de mi propia identidad personal, tal y como afirmaba el sociólogo y antropólogo Lévy-Bruhl.

Se evidencia a estas alturas que una cosa es lo que yo veo, y otra muy diferente lo que creo ver, porque la imagen de lo que veo es en realidad una construcción que se forma en mi cerebro o mente, por ello algunos invidentes tienen esa capacidad tan extraordinaria de moverse sin ver, porque es nuestro cerebro el que realmente ve aquello que observa o aquello que construye mentalmente, ya que la realidad no es posible concebirla de manera individualizada en términos absolutos, hemos de flexibilizar nuestro pensamiento ante aquello que vemos, según Geertz “el cerebro humano es el producto de una relación con la cultura[9].

Para Barthes[10], la imagen tiene una significación que puede ser intencional, aunque también hay mensaje sin código, por ejemplo aquél que para ver la imagen no necesita de ningún otro saber del que dependa nuestra percepción, pero en la imagen del dibujo de X. Cugat, la intencionalidad va junto con la obra, es por ello que tenemos el mensaje lingüístico, la imagen denotada y la imagen connotada a la que he ido dándole forma para mirar desde mi propia óptica e interpretar de manera personalizada, porque no hay duda de que toda imagen es polisémica, múltiples interpretaciones nos acercan a ella, nos producen sentimientos o nos explican aquello que nosotros creemos entender, con un mensaje simbólico, ciertamente un metalenguaje de la propia diégesis, como desarrollo narrativo de los hechos que interpreto al ver la imagen.

En conclusión, es mi mirada la que da forma, la que dota de sentido a la imagen de Cugat, cierto es que el autor crea, pero más allá de crear actúa, como afirma E. Pellejero “El artista no es un creador, es un receptor que por el acto de dar forma a lo recibido nos instruye sobre la potencia de nuestra mirada[11], en la imagen de referencia de este análisis, el autor ha sido creador, emisor y receptor al unísono, su intencionalidad se hace evidente ante los ojos que la observan, y en una mirada atenta podemos formar parte de la diégesis narrativa de la imagen, atendiendo a ésta como desarrollo narrativo de los hechos “interpretados”, sin duda alguna “tenemos que desarmar nuestra mirada[12], eso es precisamente lo que me hace darle mi propia forma para entenderla e interpretarla.

Y es por eso mismo que fotografía es ya filosofía, fotografía es ontología y es fenomenología del mundo que representa a través de un representarse a sí misma.[13]

 

Esteban Rubio Cobo



[3] ARDÈVOL PIERA, Elisenda y MUNTAÑOLA THORNBERG, Nora. Visualitat i mirada. L’anàlisi cultural de la imatge. Módulo 1. Imagen y cultura. UOC. 2021.

[4] BERGER, John. Ways of seeing. Cap. 1. Aspectos psicológicos.

[5] CAMPÀS I MONTANER, Joan. Genealogía del arte contemporáneo. 1830-1945. Punto 9. Los juegos de palabras. Materiales UOC. 2020. p. 66.

[7] ARDÈVOL PIERA, Elisenda y MUNTAÑOLA THORNBERG, Nora. Visualitat i mirada. L’anàlisi cultural de la imatge. Módulo 1. Apartado 2.3. Imagen y cultura. UOC. 2021.

[8] ARDÈVOL PIERA, Elisenda y MUNTAÑOLA THORNBERG, Nora. Visualitat i mirada. L’anàlisi cultural de la imatge. Módulo 1. Apartado 1.3. Imagen y cultura. UOC. 2021.

[9] ARDÈVOL PIERA, Elisenda y MUNTAÑOLA THORNBERG, Nora. Visualitat i mirada. L’anàlisi cultural de la imatge. Módulo 1. Apartado 1.3. Imagen y cultura. UOC. 2021.

[10] BARTHES, Roland. Retórica de la imagen y El tercer sentido. Lo obvio y lo obtuso: imágenes, gestos, voces (p. 29-67) Barcelona. Ed. Paidós, 1986.

[11] PELLEJERO, Eduardo. “Ver para creer. El arte de mirar y la filosofía de las imágenes”.

[12] PELLEJERO, Eduardo. “Ver para creer. El arte de mirar y la filosofía de las imágenes”.

[13] MARTÍNEZ ZAMORA, M. Eulàlia. Apuntes para una filosofía de la fotografía (II)